En julio de 1928 un suceso recogido por la prensa de la época tuvo repercusión en todo el país: el crimen del Cortijo del Fraile. Una tragedia que inspiró a Federico García Lorca para escribir «Bodas de sangre», y que Carmen de Burgos recreó con un lenguaje desnudo y conciso. Un universo rural cerrado, con leyes y convenciones muy rígidas, de cuyo seno nacerá una fuerza espontánea e incontenible para subvertirlo.